La lucha de JPM contra Kimi a 300 km/h
El Gran Premio de Brasil quizás no haya sido la carrera más divertida que hayamos visto este año, aunque la gente tiende a tener poca memoria. Al final del día vimos una lucha encarnizada entre dos compañeros de equipo que se prolongó durante toda la tarde, hasta que Hamilton hizo su aparición en las últimas vueltas de la prueba. Y el Ferrari de Sebastian Vettel estaba lo bastante cerca como para que asegurarse que Mercedes no iba a ser demasiado complaciente.
Puedo asegurar que durante décadas que he visto carreras con un nivel de intriga mucho menor, con un monoplaza a la cabeza que acababa ganando con un colchón de segundos mucho mayor que el que tuvo Nico Rosberg el fin de semana pasado. Por supuesto, todos queremos ver a más de un equipo luchando por la victoria, pero al menos Mercedes no tiene designado a un conductor “preferido” como tal.
Desde mis primeros viajes allá por los años 70, siempre me ha gustado el trazado de Interlagos, y me encantó volver a São Paulo en 1990, después de que la F1 se disputara en Río durante la década de los 80; en una pista, por cierto, que se ha perdido para siempre gracias a los próximos juegos de 2016. México se ganó con justicia excelentes opiniones gracias a la contribución de los aficionados, y fue igual de reconfortante ver que los brasileños demostraban el mismo nivel de entusiasmo.
McLaren ha logrado muchos éxitos en Brasil a lo largo de las décadas. El primero corrió a cargo de la leyenda local Emerson Fittipaldi, en el año 1974. Evidentemente, en la época de Ayrton Senna los fines de semana tenían una intensidad especial para la escudería de Woking. Uno de los datos más curiosos de la carrera de Senna es que tardó mucho en hacerse con su primera victoria en casa, y finalmente la logró en el 91, con una segunda victoria dos años más tarde. Alain Prost, en cambio, logró seis victorias, cuatro de ellas al volante de un McLaren.
El GP de Brasil más memorable de McLaren fue en 2008, cuando Hamilton se hizo con el título en aquella famosa última vuelta en la pasó a Timo Glock para acabar en quinto lugar. Pero la carrera que quiero recordar hoy sucedió hace 10 años, y al igual que en 2015, el final fue un auténtico juego del gato y el ratón entre dos compañeros de equipo: Kimi Raikkonen y Juan Pablo Montoya.
Una buena parte de las victorias ese año fueron para Fernando Alonso y Renault, reñidas siempre con Kimi y McLaren; el finés logró la primera posición en España, Mónaco, Canadá, Hungría, Turquía y Bélgica. Montoya ganó en Gran Bretaña e Italia; dos carreras en las que Kimi estuvo perjudicado por una penalización de 10 puestos en la parrilla de salida por un cambio de motor.
De hecho, los problemas con el motor le retrasaron bastante mientras Alonso rendía al máximo. A pesar de todo, Raikkonen seguía teniendo posibilidades matemáticas camino de Brasil, en la que era la tercera prueba de la temporada. Había ganado la carrera anterior en Spa, pero la distancia con Alonso todavía era desalentadora. Hasta los más optimistas del box de McLaren reconocían que las opciones de que el español terminara la temporada con tres malas carreras consecutivas eran escasas. Fernando dependía de sí mismo. Si acababa tercero en Brasil, ya estaría todo hecho.
En aquellos tiempos, la clasificación se corría con un solo coche en pista, de acuerdo con el resultado de la carrera anterior (por entonces parecía incluso una buena idea). A falta de un segundo para finalizar, Alonso superó a Montoya para hacerse con la pole después de una vuelta ajustadísima bajo una presión tremenda. El último en participar fue Kimi y, en contra de las expectativas, iba a ser el rival a batir. Pasándose ligeramente de frenada en la curva uno, bloqueó su neumático delantero izquierdo y perdió un tiempo valioso que lo mandó hasta el quinto lugar en la parrilla de salida. Con Montoya, Giancarlo Fisichella y Jenson Button entre él y Alonso… no pintaba nada bien.
La lluvia caída durante la noche hizo que la pista estuviera mojada durante los actos del domingo por la mañana y todavía quedaba algo de humedad sobre el asfalto cuando los monoplazas se situaron en la parrilla, sobre todo en el lateral de los pares. Más preocupante resultaba la aparición de unos imponentes nubarrones. El diluvio parecía inevitable pero de un modo u otro, aguantó justo hasta la ceremonia del podio.
Alonso pudo abrir hueco, mientras Montoya se esforzaba en resistir los ataques del Renault de Fisichella para mantener la segunda plaza. Por detrás se desató el caos después de un toque de David Coulthard en la zaga de Antonio Pizzonia que acabó con el brasileño cruzando la pista para acabar chocando con su compañero de equipo Mark Webber.
Esta acción supuso la inevitable salida a pista de un safety car, pero solo durante unas pocas vueltas. En la reanudación Montoya tenía buen ritmo y pronto encontró una forma de pasar a un Alonso más conservador para hacerse con el liderato. JPM empezó a tirar con fuerza mientras Raikkonen se hacía con la tercera plaza, tras lidiar con Button y Fisichella.
Los dos aspirantes al título rodando juntos y en solo un segundo de margen era justo lo que queríamos ver. Pero Kimi no tuvo nunca una buena posición para pasar y algo después comenzó a rezagarse.
Alonso entró en escena relativamente pronto, en la vuelta 22, lo que destacaba el hecho de Alonso los Renault iban con poca carga para ponerse en cabeza y quitarse de problemas. Montoya aguantó otras seis vueltas mientras que Kimi hizo su aparición más tarde, en la vuelta 31.
El equipo le había dado algo más de carga para pasar cómodamente a JPM sin ningún movimiento extraño. El finés era incapaz de aprovechar el tiempo extra que le daban sus depósitos vacíos porque no estaba a rebufo, a pesar de marcar vuelta rápida justo antes de entrar en boxes. Sin embargo, sí que pasó adelantó a Alonso y se puso segundo. Aun así, no logró impresionar a su compañero de equipo.
“No fui suficientemente rápido al comienzo de la carrera,” dijo Kimi, “E incluso después de la primera parada tampoco tenía el suficiente ritmo, por lo que Montoya abrió algo de hueco y eso le resultó suficiente. Hoy el día fue muy difícil; el coche no era especialmente fácil de llevar pero al menos sí que fue bastante rápido.”
Surgía una pregunta inevitable… ¿Se le pediría a Montoya que dejara vía libre para que Kimi se hiciera con el título? La respuesta desde el box de McLaren fue “No.” Con Alonso corriendo con seguridad en tercer lugar, el campeonato ya estaba perdido con la excepción de que el español se retirara, por lo que se decidió dejar que los bólidos plateados compitieran hasta el final.
Montoya tenía un hueco de 4 segundos cuando se reincorporó en la vuelta 54, pero Kimi tenía 5 vueltas extra y lo que parecía una buena opción de ponerse por delante.
Años después el ingeniero de Montoya, Phil Prew, desveló algunos detalles más en su libro “McLaren: 50 Years of Racing” (McLaren: 50 años de competición): “Kimi seguía tirando con un coche que tenía una evidentemente menor carga de combustible. Le dijimos, “Bueno, Juan, tenemos que tirar ahora porque Kimi sigue fuera.” Kimi tenía suficiente combustible para aguantar cinco vueltas, pero Juan Pablo hizo unas vueltas tan meteóricas que cuando Kimi entró en boxes, Juan Pablo estaba justo allí. Recuerdo que Juan Pablo preguntaba: “¿Cuánto tiempo tengo que seguir tirando así?”, y yo le decía “¡Tú sigue! ¡Sigue así!”. Kimi va a entrar en esta vuelta.’”
A pesar de correr cinco vueltas con un coche ligero de combustible, de nuevo Kimi no pudo superar a su compañero de equipo. Salió del pit lane justo por delante, pero Montoya le dio alcance rápidamente. En ese momento, JPM sabía que su tercera victoria del año, y la primera sobre un Kimi sin penalizaciones, era más que segura.
Prew creía que su hombre habría encontrado una manera de salirse con la suya. “Solo les dijimos que queríamos que los dos coches terminaran la carrera. Juan Pablo no iba a perder esa carrera de ninguna manera. Si hubiera sido del otro modo y se le hubiera dicho a Montoya que se retuviera, nos habría ignorado por completo.”
La única opción era que Alonso tuviera algún problema que volviera a dar oportunidades a Kimi de cara al título, pero el Renault funcionó como un reloj y nada cambió en los primeros puestos de carrera. Fue la novena victoria de McLaren en la temporada, y su primer doblete. Llevó al equipo al liderato del título de constructores por primera vez en 2005, con un ajustado margen de solo dos puntos.
“Fue muy divertido,” afirma Montoya. “Fue una dura lucha con Kimi durante todo el día y siempre tuvo que ver con los huecos. Iba siempre más largo que yo, por lo que siempre tenía que abrir un hueco y mantenerlo ahí, y eso no fue nada fácil. Sobre todo después de la segunda parada; estaba cerca pero no lo suficiente.”
“Creo que lo positivo es que dejamos que compitieran (Montoya y Raikkonen) hasta la última vuelta,” comentaba Ron Dennis tras la prueba. “Es un planteamiento genial hasta que te sale mal y te quedas con cara de tonto. Pero creo que hay que practicar lo que se predica. Los dos pilotaron a un nivel muy muy alto, con el mismo motor exacto, y el resultado fue el esperado. Estuvieron pegados hasta la última vuelta.
“Y después se dedicaron a conducir para el equipo y para lograr los máximos puntos para el título de constructores. Por supuesto, si le hubiera pasado algo a Alonso en la recta final de la carrera se habrían comportado como corresponde. Fue una carrera difícil, y todos pudimos ver cómo el Renault paraba muy pronto y nuestro rendimiento seguía siendo válido.”
Fue bonito ver que Dennis tomaba la determinación de que, incluso con uno de sus pilotos luchando por el título, les iba a dejar competir entre sí. Así es como debería ser, y eso es algo que Mercedes lleva dos años intentando lograr. Es un equilibrio difícil de alcanzar, sobre todo cuando la política de no dejar a los dos pilotos llevar estrategias alternativas, en un intento de ser justos, provoca la frustración del que acaba perdiendo. ¿Quién se atreve a ser jefe de equipo?
Fuente: es.mclaren.com