Los problemas del lí­mite presupuestario de la F1 y el ‘show’


    La Fórmula 1 depositó grandes esperanzas en dos nuevos reglamentos, uno técnico y otro financiero, que obligaba a los equipos a empezar de cero e igualaba las fuerzas. Con las unidades de potencia relativamente igualadas, sin obligabas a todos los equipos a diseñar un nuevo vehículo y no les permitías pasar de cierta cantidad de gasto, todo debería ser más igualado.

    Sin igualdad

    Una vez más, las buenas intenciones de quienes redactan las normas se han traducido en un efecto contrario. Max Verstappen ha ganado el título con récord de victorias, solo cinco pilotos diferentes han logrado la victoria y siete han subido al podio. De hecho, en toda una temporada donde se han completado 1.094 vueltas, solo Sebastian Vettel en dos giros y Fernando Alonso en uno, han liderado la carrera más allá de los seis pilotos de arriba.

    Para bien o para mal, esto era algo esperado. Las buenas intenciones son una cosa y la realidad es otra. No es la primera vez ni será la última que al introducir un nuevo reglamento, alguien da con la tecla mientras el resto tiene que empezar rápidamente a copiar. El problema que ha originado que la temporada haya ido perdiendo interés no es un vehículo dominador, sino el increíble salto de rendimiento entre Mercedes y Alpine o McLaren. Es decir, del tercero al cuarto, que convertía en una quimera que un ‘outsider’ pudiera dar la sorpresa.

    La mayoría de jefes de equipo coinciden en que las fuerzas se van a ir equilibrando con el paso de los años, pero hasta el momento, el resultado es frustrante. ¿Por qué? El reglamento financiero no ha dado los resultados esperados hasta el momento, y ha creado nuevos inconvenientes.

    No se trata de la falta de desarrollo de los vehículos. Con límite presupuestario o sin él, el presupuesto siempre es finito y por lo tanto, el desarrollo a lo largo de la temporada, también. Pero nunca faltó presupuesto para estrenar una unidad de potencia, que es lo que se ha visto este año. Vehículos jugándose la rotura con piezas al límite de su vida útil, y equipos que ya no cambian componentes simplemente para no tener que computar el gasto de los mismos.

    Así pues, se ha repetido durante la temporada cómo se cambiaba un motor de combustión o un turbo, pero no el pack completo, como era costumbre años atrás, donde se estrenaba incluso centralita y baterías. Desde el punto de vista del reciclaje, que los equipos están montando lo estrictamente necesario y evitando nuevas piezas porque es gratis, sería un punto a favor, pero se vuelve negativo desde el momento en que, como ocurrió con Fernando Alonso, se parte a carrera sabiendo que es altamente improbable que se llegue a final de carrera, simplemente porque hay muy poco que ganar en una carrera y mucho que perder a la hora de tener que comprar un motor y dejar de invertir en otra área.

    Esto también se ha visto reflejado en el exceso de cautela que han tenido los pilotos a la hora de afrontar las primeras vueltas o un adelantamiento arriesgado, dando como resultado la temporada más limpia en lo que a primeras vueltas se refiere, pues accidentar un vehículo sale excesivamente caro y no solo en el gasto en especie.

    Primordial no olvidar el ‘show’

    La Fórmula 1 es show y esto último no debería ser olvidado por los que confeccionan los reglamentos, pues el aficionado nunca entenderá de la misma forma que los directivos el hecho de que salga rentable que un piloto salga a carrera con un motor que va a romper antes que montar uno nuevo de la misma forma que no entenderá que se afronte una primera vuelta como si una cita de históricos se tratase. Detalles que mal haría la categoría en no poner soluciones sobre la mesa antes de que sea demasiado tarde.

    Fuente: www.caranddriver.com

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