SECRETOS DEL SIMULADOR
Desde fuera, el simulador de Fórmula 1 del equipo puede parecer una enorme consola de videojuegos, y seguro que eso es uno de los motivos que hacen que tantos niños pequeños sueñen con ser pilotos en un futuro.
Por desgracia, tenemos que desmontar ese mito. Hay un parte que es cierta; aunque pilotar un simulador requiere una intensa habilidad y mucho trabajo duro, es verdad que puede ser muy divertido. Sin embargo, requiere mucho más esfuerzo y dinero que una consola común. Un simulador de Fórmula 1 es una sofisticada y revolucionaria máquina de varios millones de libras que permite mejorar los coches sin necesidad de realizar pruebas in situ, lo que supone un ahorro considerable de recursos, energía y costes.
Decir que es tecnología secreta sería una exageración, pero ciertamente no son equipos que estén fácilmente disponibles para el público. El simulador McLaren tiene su propia sala privada, escondida en el McLaren Technology Centre, tras una puerta cerrada que dice: “Acceso estrictamente restringido. Solo personal autorizado.”
Muy pocas personas pueden cruzar esa puerta y, menos aún, pilotar el simulador. Pasamos un día con el piloto de pruebas y desarrollo Will Stevens, y con el equipo del simulador McLaren para conocerlo a fondo.
Cuando se enciende, la habitación tiene una iluminación tenue, y la mayor parte de la luz proviene de la inmensa pantalla panorámica de 180 grados del simulador. La única otra luz proviene de los ordenadores que utilizan los integrantes del equipo, donde se incluye a Serena Potts, a sus compañeros ingenieros de rendimiento de simulador y al personal operativo. Hay aperitivos y bebidas sobre la mesa, pero la mayoría mira con atención al simulador en completo silencio.
En un descanso, Will y Serena se vienen a tomar un café en la cantina del MTC. Nos hablan de su trabajo diario y de cómo forma parte del plan global de McLaren.
“Si lo usas correctamente, el simulador puede marcar una gran diferencia en el desarrollo del coche”, comienza. “La mayor parte de nuestro trabajo es el desarrollo del monoplaza, ya sea para el actual o el del año que viene.
“Es la fase de prueba de los componentes finales, ya sea durante o después del desarrollo, tanto en la aerodinámica, como en los sistemas de suspensión o dirección, por ejemplo. El equipo plantea lo que cree que es el camino correcto para progresar y, a continuación, nosotros lo probamos y opinamos sobre si creemos que es un cambio positivo o negativo”.
Serena añade: “De alguna manera, comprobamos que, aunque se haya elegido una buena dirección, no se ha desechado tomar una dirección alternativa que resulte más adecuada”.
El simulador se utiliza semanalmente, a manos de los pilotos de pruebas y desarrollo Will Stevens y Oliver Turvey, junto con el trabajo que Lando y Daniel hacen por sí mismos. Will puede pasar varias horas conduciendo en el mismo circuito sin parar, igual que en unos test reales. Barcelona es uno de sus favoritos por su variedad, y por sus diferentes tipos de curvas y sectores.
Hablamos del trabajo que se ha hecho esta temporada: “Ya sabemos que la elección de las alturas de conducción y de la dureza de la suspensión ha sido un objetivo este año, ya que se ha trabajado el equilibrio entre eficiencia aerodinámica, capacidad de conducción y contacto con los pianos. Ha sido igual para casi todos los que están en el pit lane.
“Gran parte del trabajo que hemos realizado este año ha sido buscar la mejor combinación posible para cada circuito, y ese tipo de cosas. Experimentamos con ese equilibrio y el resultado final. A continuación, damos esa información a los ingenieros para que puedan tomar mejores decisiones sobre cómo configurar los coches de forma óptima y cómo lograr ese equilibrio”.
Al ver un simulador, es difícil creer lo preciso que es en comparación con la vida real. Los simuladores no tienen coches con la longitud completa, sino que constan de la cabina y el morro, y no se conducen físicamente en una pista en la que las condiciones exteriores, como el tiempo y la superficie, pueden variar drásticamente de una sesión a otra.
La capacidad de compensar estas variables es una parte importante de lo que ha hecho que los simuladores sean una alternativa viable a las pruebas en circuito, y solo se han permitido seis días de pruebas con los coches de 2022 para preparar la temporada: tres en España y otros tres en Bahréin.
“Cogemos muchos aspectos físicos de lo que ocurre en la pista y los llevamos al simulador”, afirma Serena. “Puede tratarse de condiciones ambientales del aire que afecten a los neumáticos, o puede ser un perfil de viento con el que podamos reproducir exactamente lo que está afectando al equilibrio del coche en la pista.
“Pensemos en el viento, por ejemplo. Obtenemos datos reales del circuito que podemos aplicar al simulador; básicamente hay un modelo de viento en el simulador. Se puede ajustar la dirección del viento, la velocidad, la fuerza e incluso se pueden simular ráfagas. Todo esto se puede implementar en el simulador.
Will añade: “Puedo sentir cuando piloto el simulador con un equilibrio óptimo. Obviamente, no puedo sentir el viento, pero desde una perspectiva de equilibrio de lo que debería cambiar cuando tengo un viento enorme de cara o de cola… puedo sentir el efecto sobre el coche.
“Los simuladores se han implementado de forma masiva. Incluimos todos y cada uno de los datos que podemos obtener de los monoplaza, que tienen muchísimos canales de datos que podemos combinar. Todos esos datos se implementan en el modelo del simulador, lo que sitúa nuestro equilibrio en una perspectiva muy cercana a la que tendremos en el circuito”.
En este preciso momento, el equipo trabaja en desarrollos para el coche como los mencionados anteriormente, pero también asiste en profundidad a la escudería en el circuito durante el fin de semana.
El equipo puede tomar los datos que recibe de los entrenamientos libres y adaptarlos a cada característica del coche ese fin de semana, ya sea el viento, la presión de los neumáticos, el equilibrio del coche o la altura de conducción.
Esto se coordina con el feedback de Lando y Daniel durante las sesiones y se explora a fondo, lo que aumenta de forma efectiva el tiempo de práctica del equipo en varias horas.
“Alteramos un montón de elementos de configuración diferentes de una forma mucho más rápida que lo que se podría hacer en el circuito”, afirma Will. “Una gran parte de lo que hacemos es prestar asistencia durante el fin de semana de carreras, trabajando entre sesiones, pero sobre todo después de las FP2 y por la noche, antes de la FP3. Estos días suelen ser un poco más largos y trabajamos siempre hasta la zona horaria de los que están en el circuito.
“Nos comentan todo lo que se les ocurre que deseen cambiar y, a continuación, nosotros lo probamos y les damos nuestra opinión sobre si creemos que es bueno o malo. El equipo recibe esa información in situ y la utiliza para decidir la configuración de los coches para la FP3”.
Entonces, ¿qué necesita un buen piloto de simulador? Paciencia, para empezar. Aunque esa respuesta provoque una sonrisa, es verídico por la cantidad de horas que pasan pilotando en el mismo circuito, buscando hasta el mínimo detalle para marcar la diferencia.
Al visionar las sesiones del simulador antes y después de una pausa para café, hay largos periodos de silencio mientras Will avanza vuelta a vuelta, separados por breves y precisos informes sobre lo que va notando y sintiendo.
Se trata de aglutinar todo lo posible en esos días, y saber qué buscar y qué preguntas hay que hacer puede ahorrar mucho tiempo. Con Will en su cuarto año como piloto de pruebas y desarrollo de McLaren, es un enfoque que se ha vuelto ya algo natural.
“Will es muy bueno y nos proporciona feedback de calidad; también ayuda que haya trabajado con McLaren durante tanto tiempo porque sabe lo que estamos buscando”, explica Serena. “Will tiene la capacidad de diferenciar rápidamente lo que es realista en circuito y lo que resulta completamente irreal.
“Es algo que no podemos hacer con los ordenadores o examinando datos. Si Will nos dice que algo no va a funcionar, podemos profundizar y encontrar una forma de hacer que sí funcione”.
Will añade: “Hay que ser consistente y eficiente. Si necesitas 15 vueltas para notar un cambio, no rendirás lo suficiente a lo largo del día. Desde este punto de vista, es útil saber de qué estás hablando en el ámbito del desarrollo y la ingeniería para poder transmitir lo que estás sintiendo de forma eficaz y ofrecer feedback con el que se pueda trabajar.
“Otro aspecto es que hay que conducir de un modo relativamente similar a como lo haría un piloto, porque los pilotos pueden influir mucho en el comportamiento del coche, y necesitas un piloto de simulador que pueda intervenir en ese comportamiento de la misma manera”.
Ese punto final es donde entra en juego la amplia experiencia de Will en monoplazas reales de Fórmula 1. El piloto nacido en Essex cuenta con 20 participaciones en F1, con Caterham y Manor Marussia, entre 2014 y 2015. En fechas más recientes, Will se puso al volante del MCL35M en Portimao dentro del programa de desarrollo de pilotos, en julio.
“Es muy importante tener esa experiencia”, dice Will. “Me ayuda a tomar decisiones basadas en lo que funcionaría en el circuito. Esto significa que puedo sacar mucho más partido al simulador, gracias a haber tenido experiencia reciente con un Fórmula 1 de McLaren.
“También es bonito para mí. Tengo experiencia en F1, pero eso fue hace siete años. Por eso, me gusta sentir lo que es estar de vuelta en un monoplaza de F1. Creo que es útil para todo el equipo porque así tienes una parte del personal que normalmente trabaja en fábrica, y otra que trabaja en el circuito, lo que es bueno para su desarrollo y su comprensión”.
Al terminar, Will levanta el halo por encima de su cabeza y se quita el casco mientras el zumbido del simulador se va ralentizando hasta detenerse. El trabajo en el teclado continúa, con muchos datos aún por analizar y correlacionar, mientras sale de la cabina y toma asiento. El simulador se apaga, pero su jornada de trabajo está lejos de terminar.
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Fuente: es.mclaren.com